Antes de conocer a Daniel, el amor era algo distante y doloroso para mí. Tras varias decepciones, me había prometido no volver a enamorarme, temiendo sufrir de nuevo. Pero Daniel cambió todo. Con su ternura, paciencia y sinceridad, rompió las barreras que había construido a mi alrededor. Él me mostró que el amor podía ser diferente: un lugar seguro, no una fuente de dolor. Gracias a él, descubrí que el verdadero amor no se trata de perderse, sino de encontrarse, y poco a poco, me di cuenta de que mi miedo no estaba en el amor, sino en las personas equivocadas que lo habitaban antes. Daniel me hizo creer en el amor otra vez, dándole sentido a algo que antes parecía imposible