En las noches más frías, cuando el mundo parece detenerse bajo el manto helado de la luna, Anthony encuentra su refugio entre las sombras y la luz. No es solo un científico, no solo el hombre que ha desentrañado los secretos invisibles del microscopio; es también un ser atrapado entre la razón y la pasión. En su laboratorio, los cristales cobran vida, revelando mundos ocultos a simple vista, pero son las miradas de Marlian las que desarman su lógica, haciéndolo perderse en un deseo tan ardiente como peligroso.
Esta es la historia de un hombre dividido entre dos universos: el de la ciencia, donde cada descubrimiento lo acerca a lo desconocido, y el del amor, donde Marlian, con su llegada intempestiva y su cuerpo tembloroso, lo arrastra a un juego donde el corazón, la carne y el conocimiento se entrelazan de formas tan intensas como imprevistas. Bajo la luz de la lámpara, y con un reloj de arena marcando cada segundo, Anthony descubrirá que hay secretos que ningún microscopio puede desvelar.
En un mundo donde los humanos son plenamente conscientes de la existencia de licántropos, vampiros y hechiceros, la convivencia no es totalmente pacífica, pues predomina la desconfianza del primer grupo hacia el segundo, considerándolos un auténtico peligro.
Entre los sobrenaturales están tres hermanos hechiceros: Theo, dedicado al estudio de la magia así como a guiar a los más jóvenes por el buen camino de esta. Hayden, suele pasar desapercibido por su naturaleza pacífica. Dylan, le gusta usar provocar problemas tanto a humanos como sobrenaturales. Debido a sus diferentes personalidades es habitual que surjan conflictos entre ellos.
Hasta que la aparición de un aquelarre conformado por hechiceros oscuros amenaza con destruir su hogar, iniciando así la guerra contra un mal del cual han intentado escapar, aunque parezca difícil tendrán que dejar el miedo atrás si quieren restaurar la paz y salvar no sólo así mismos, sino a aquellos que aman.