F l u i r

Prólogo

Fluir. Suena simple, ¿verdad? Como si todo fuera cuestión de seguir el curso, dejar que la vida pase y ver cómo todo se acomoda solo. Pero no se engañen. El fluir no es lo que nos dicen. Fluir es la excusa que nos damos cuando dejamos que el mundo se rompa en pedazos y nos arrastre con él. Es el canto de los que ya no tienen fuerzas para luchar, el susurro de quienes se han rendido, pero todavía respiran.

Yo lo sé porque estuve allí. Y sigo estando. Soy Mohamed Fluckchen, tengo 32 años, y he dejado que la vida me arrastre. Las mañanas las paso con la resaca del alma. Me levanto en un cuarto que apesta a desolación, con los recuerdos de un pasado que me arrancó todo lo que alguna vez valió la pena. El whisky es mi único amigo, y tal vez, mi único enemigo. Pero aquí sigo, respirando, buscando algo que me dé sentido en este caos de mierda.

No me importa lo que digan los demás, ni lo que piensen de mí. No busco consuelo. Solo quiero que sepan esto: aunque me hunda, aunque me pierda en cada trago, hay algo dentro de mí que sigue buscando, que no termina de rendirse. Tal vez no hoy. Tal vez no mañana. Pero está ahí, agazapado, esperando salir.

Así que si decides seguirme en esta mierda de historia, prepárate. Esto no es para los débiles. Es para los que han tocado fondo y han aprendido a moverse en las sombras. Porque, a veces, fluir no es nada más que sobrevivir.