Prólogo
El aroma a café recién molido siempre había tenido un efecto tranquilizador en Jasmin. A sus 19 años, esa pequeña cafetería de su ciudad era su refugio, su rincón donde podía perderse en sus pensamientos o en las páginas de algún libro, alejándose del bullicio que a menudo la abrumaba. Era bajita, de tez blanca y con una melena larga y ondulada que solía caer despreocupadamente sobre sus hombros. Cada rincón de su vida parecía en su lugar, o al menos eso había querido creer hasta esa tarde.
No esperaba que un simple malentendido en la cafetería, una discusión insignificante sobre quién había pedido primero, la condujera a él. Víctor. Un joven de 24 años, de piel clara y cabello liso, con una mirada que parecía atravesar la capa más superficial de No esperaba que un simple malentendido en la cafetería, una discusión insignificante sobre quién había pedido primero, la condujera a él. Víctor. Un joven de 24 años, de piel clara y cabello liso, con una mirada que parecía atravesar la capa más superficial de sus pensamientos. Lo que comenzó como un cruce de palabras tensas, pronto se transformó en una conversación más profunda de lo que cualquiera de los dos hubiera anticipado.
Aquel encuentro casual marcaría el inicio de algo que Jasmin nunca había planeado, ni siquiera imaginado. Había algo en Víctor que rompía su rutina cuidadosamente tejida y le ofrecía un atisbo de una vida más arriesgada, más intensa, más real. Entre tazas de café y conversaciones inesperadas, ambos descubrirían que a veces el destino se revela en los lugares más comunes, y que las almas, cuando están destinadas a encontrarse, lo hacen aunque sea en medio de una acalorada discusión.
Jasmin no lo sabía aún, pero ese día cambiaría su vida para siempre.
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca.
-¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen.
-Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a este lugar! ¡Tú no eres una humana normal! -grita un guardia sin dejar de perseguirme...
-¡No! Yo pertenezco a mi ciudad, con mis padres... -cuando estoy por llegar a la salida veo a dos chicos.
Practicando con espadas...
-¡Sky! ¡Atrápala! -grita Rick...
Uno de los chicos desvía su mirada y nuestros ojos se conectan
Sus ojos dorados me miran fijamente...
Revolotea despreocupado su cabello rubio, pero luego...
Se da cuenta de lo que sucede y me apunta con su espada
Yo me detengo inmediatamente...