En un hospital donde las luces parpadeaban débilmente y el aroma a antiseptico llenaba el aire, dos mundos opuestos estaban a punto de chocar. Jimin, un hombre abiertamente homosexual, se encontraba sentado en la cama de un hospital, la tristeza y la ansiedad asomándose en sus ojos. Había soñado con ser bailarín, imaginándose en el escenario, sintiendo la música correr por sus venas. Sin embargo, la realidad era cruel; la noticia de su diagnóstico de SIDA lo había llevado a un rincón oscuro del miedo y la desesperación.
Por otro lado, Jungkook, un joven que había crecido en una granja, estaba recuperándose de un accidente que había puesto su vida en peligro. Había contraído el virus debido a una transfusión de sangre, un giro inesperado que desafiaba sus creencias. Había sido enseñado a despreciar lo que no entendía, y el mundo de Jimin le parecía ajeno y aterrador. Con el corazón lleno de prejuicios, se encontró en el mismo hospital que su opuesto, y su primer encuentro fue una tormenta de choques y diferencias.
"¿Por qué no te pones algo más... masculino?", comentó Jungkook, frunciendo el ceño al ver a Jimin con una camisa colorida y una bufanda que le daba un aire artístico.
"Y tú, ¿por qué no te quitas ese sombrero de granjero y te dejas llevar por la vida?", respondió Jimin con una sonrisa desafiante, aún temblando por la incomodidad de su situación.