Corea del Sur nunca estuvo preparada para un desastre de esta magnitud. Nadie lo está realmente. El temblor llegó sin aviso, primero como un murmullo en la tierra, luego como un rugido imposible de ignorar. Pero no todos los terremotos destruyen edificios; algunos sacuden vidas hasta los cimientos.
Jisoo dedicó su vida a estudiar la tierra, pero nunca pudo predecir la grieta silenciosa que partía su matrimonio en dos. Lisa, experta en identificar fallas geológicas, ignoró por años las que llevaba dentro. Rosé, atrapada en un destino escrito por otros, aprendió a sonreír mientras su voz se ahogaba en una tradición inquebrantable. Jennie, siempre observando desde las sombras, vivió su amor en secreto, siguiendo con los ojos lo que sus manos nunca se atrevieron a tocar.
Entonces, la tierra tembló.
En el caos de la catástrofe, sus caminos se cruzaron. Entre escombros y polvo, quedaron expuestas verdades que habían intentado ignorar. Y cuando todo pareció detenerse, entendieron que el verdadero desastre no había sido el sismo, sino lo que vino después.
Porque algunas vidas no se destruyen con un terremoto. Se reconstruyen a partir de él.