El sabor de tu nombre

La vida está llena de sensaciones que, aunque imperceptibles para muchos, marcan huellas invisibles en aquellos que tienen los sentidos afinados para percibirlas. Para algunos, una voz no es solo un conjunto de sonidos; es un color que brilla, un sabor en el aire, un pulso de emociones vibrantes y fugaces. Así es la existencia de Nefer, quien desde niña ha experimentado el mundo a través de un prisma único que combina lo sensorial con lo emocional, llevándola a sentir la vida de una manera que pocos comprenderían. Sus días transcurren entre colores y notas difusas, percibiendo un mundo que la abruma y, al mismo tiempo, la aísla.
A sus treinta años, Nefer ya ha aprendido a convivir con su peculiar percepción, aunque esta no ha hecho sino profundizar su aislamiento. Su vida, monótona y gris, se despliega sin grandes alteraciones, atrapada en una rutina que le succiona el brillo a cada día. Pero en su interior, persiste una chispa de esperanza, un anhelo sin forma concreta, que la impulsa a buscar algo más, aunque no sepa bien qué.
Y luego está Mark. Para él, la vida es una serie de encuentros casuales y risas, un tejido de conversaciones y momentos que lo mantienen rodeado de gente, aunque jamás del todo abierto. A simple vista, es el tipo de persona que parece tener siempre una respuesta para todo, alguien confiable y atractivo, cuya simpatía parece sin esfuerzo. Pero hay matices en su risa y sombras en su mirada que rara vez alguien nota, secretos que prefiere guardar.
Dos personas en un mismo espacio, atrapadas en una rutina que, hasta ese momento, las había mantenido a una distancia segura. Sin embargo, el curso de los días a veces se tuerce en direcciones inesperadas, y las vidas que parecían inmutables se entrelazan en momentos fugaces, en encuentros que revelan nuevas perspectivas.
Esta es una historia sobre cómo el color de una voz puede alterar el sentido de una vida. Sobre cómo un solo encuentro puede ser el primer paso para redefinir