En la penumbra del Torreón de Maegor, Helaena Targaryen se lanzó al abismo, anhelando la paz que esta vida le había negado. En el último instante, entre la desesperación y la traición, su espíritu fue capturado por las catorce llamas, quienes transformaron su tragedia en renacimiento; la hermosa princesa se halló en un nuevo cuerpo, el de la hija primogénita de Daemon Targaryen y Rhea Royce. Maldijo a los dioses, lloró y posteriormente, se resignó a jugar el juego en el que las llamas Valyrias la habían puesto, jugaría no solo por ella, si no por sus dulces hijos, su valiente Jahaerys, su dulce Jahaera y su inocente Maelor.