El aliento del nombre de otro en tus labios

Luis.

Siempre era el nombre de Louis el que Noé susurraba en sueños.

Nunca fue suyo ni de Domi. Lo había observado, incluso le había pedido a Johann que estuviera atento a lo que Louis Noé murmuraba, pero nada.

Lo suficientemente importante como para respirar en sueños, pero aparentemente no lo suficiente como para hablar de ello. Vanitas sabía que era egoísta, una criatura que no era ni humana ni vampira, pero ¿por qué esos susurros en la oscuridad de la noche lo afectaban tanto? Ya tenía a Jeanne, así que ¿qué le quedaba por desear y por qué los celos lo consumían cada vez que ese nombre cruzaba por su mente?

Amar a los demás era un grillete y la envidia una maldición, dos cosas de las que se había alejado y contra las que había construido muros durante años. Sin embargo, allí estaba él, a punto de derribarlas él mismo.