En lo profundo del bosque, a la sombra de los árboles ancianos que susurraban viejas leyendas, Amaranta contemplaba la iglesia que se alzaba como una amenaza silenciosa. La estructura de piedra, ennegrecida por el tiempo y coronada con una cruz de hierro oxidado, parecía llamarla, susurrando promesas de redención que jamás quiso escuchar. Amaranta, una joven de apenas 22 años, había pasado toda su vida aprendiendo el arte antiguo de las brujas en secreto, escondida del mundo exterior, de los prejuicios y del juicio severo de la fe.
Pero ahora, su madre la había traicionado. Por orden de un hombre cuyas palabras parecían caer sobre la gente como una bendición envenenada, Amaranta debía ingresar a la iglesia. Su madre le había susurrado que era lo mejor, que no podía arriesgarse a enfrentarse a la ira del sacerdote. No se atrevió a decirle más, pero en sus ojos había miedo, un temor profundo y opaco que atravesó la mirada de Amaranta como un escalofrío. Sabía que aquel sacerdote no era un hombre cualquiera; él poseía una belleza inquietante, el tipo de atractivo que arde bajo la piel como un veneno lento, envolviéndote hasta que te consume.
Amaranta sabía que él la miraba de una manera distinta. Que en la oscuridad de sus ojos había algo más que fe, algo más oscuro y denso, algo que parecía surgir de las mismas sombras que ella solía invocar en sus rituales. Y ahora, obligada a entrar a ese lugar sagrado, sus instintos de bruja le gritaban advertencias, susurros antiguos que hablaban de un demonio oculto bajo la sotana.
Cindy es una joven periodista que presencia el apocalipsis zombie. Emprenderá un camino en busca de la supervivencia. Sergey es un veterinario recién graduado que pierde a su familia y debe huir. Sus caminos se unirán y tendrán que hacer frente a múltiples situaciones. Miedo. Amor. Tristeza. Muerte.
¿Te atreves a compartir su historia?
No todos los personajes me pertenecen. Son propiedad de los cómics de Robert Kirkman y la serie de Frank Darabont. Cindy, Sergey, Matt, John, Becky, Tina, Jake, Marcus y algunos otros son producto de mi imaginación.