Si mi padre descubriera dónde estoy sería capaz de venir, y no él solo. Llevo así desde los doce años, desde que mi madre murió. Él empezó a beber y a gastar el dinero juntándose con mala gente y me arrastró con él. Álex es como mi hermano, admiro todo lo que hace por mí, y yo sin embargo aquí estoy, en su cocina mientras él lo ha intentado todo para protegerme. Nunca podré devolvérselo lo suficiente.
-Ya está todo lis... ¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?
Alcé la cabeza y lo miré detenidamente. Tenía las facciones marcadas, con la barba de tres días y el cabello oscuro, quizás un tanto largo, cayéndole casi en esos ojos grises. Era muy atractivo.
-¿Valeria? -insistió al ver que no respondía.
Mi cara estaba fría, toqué mis mejillas y estaban empapadas, sólo entonces me di cuenta de que estaba llorando.