El decir que todo cae por su propio peso es lo mismo que hablar de causas y consecuencias. Eso, Castiel Veilmont lo sabía de sobra, aunque a lo largo de su vida no había encontrado evidencias que lo respaldaran. La traición, el odio y el desprecio se habían vuelto una carga que le impedían avanzar, y el ver como todo continuaba su curso lo destrozaba. Era el único al que habían arrebatado sus sueños, y después de tanto tiempo desaparecido, estaba decidido a hacerles pagar por ello.
Sin embargo, no contaba con que las cosas en Sweet Amoris habían cambiado, y ahora debía considerar un factor más en su ecuación: La destacada Juliette Jacott, una chica que a los ojos del mundo representaba "todo lo que estaba bien", y sobre todo, la protegida de aquel que lo traicionó.
Convertir a esa chica en el blanco de su venganza parecía fácil, al menos eso quería creer. También pensaba estar blindado ante todo, pero con lo que no contaba es que todos tenemos nuestras debilidades y la suya podría ser capaz de desatar todas sus tormentas.