10 parts Ongoing MatureObservé por primera vez su rostro, en pinturas. Muchas pinturas. El lugar estaba repleto de ellas; todas retrataban la misma mirada inexpresiva y misteriosa, con un parecido escalofriante que me helaba la sangre. Era como si cada pincelada hubiera capturado no solo su imagen, sino también una parte de su esencia, un eco del pasado que resonaba en el aire.
-Te hiciste muchos cambios de look para sostener tu mentira -palpaba con mis dedos los marcos, sintiendo la frialdad del metal y la suavidad del lienzo, un lugar tan grande invadido por el mismo rostro en todos lados-. Jeje, te pareces a Jesucristo en estas dos.
Sentía su mirada pesada seguirme, escanearme de arriba a abajo, como si intentara desnudar mi alma. Su presencia, más que imponente, era poderosa; había algo en el que me hacía sentir vulnerable y expuesta. Me detuve en una pintura que estaba sobre la repisa, Cuando estiré la mano para tomarla, él me detuvo con un gesto rápido y decidido, escondiendo la obra detrás de su espalda como si fuera un secreto prohibido.
Mirándome fijamente y con la postura firme respondió:
-Yo soy el rey en todas; nunca fue mentira -acercó su rostro a mi oreja y sentí estremecer mi cuerpo ante el roce cálido de su aliento-. Susurró- el único.
La revelación se instaló entre nosotros como un peso palpable. En ese instante comprendí que este juego no era solo sobre él o sus engaños; había algo más profundo en juego: una conexión ancestral entre su historia y la mía, un legado que nos ataba a ambos en una danza de sombras y luces.