En el pequeño pueblo de Cielisa, donde cada sonrisa brillaba como una estrella en el vasto cielo nocturno, vivía una niña llamada Nausilia, conocida por todos como Lua. Su figura pequeña y su largo cabello negro parecían guardar un misterio, pero era su sonrisa lo que realmente iluminaba el lugar. Para Lua, sonreír era tan natural como respirar; su risa suave y sincera era un destello de luz que dispersaba las sombras de quienes la rodeaban. Sin embargo, en ese mismo pueblo, pocos se preguntaban qué misterios y secretos podían habitar detrás de una sonrisa tan brillante.