Aquiles y Patroclo se habían perdido hace milenios. Habían caído en la guerra de Troya, sus cuerpos separados por los crueles destinos de la guerra y la muerte. Pero el hilo de su vínculo, tejido en lo más profundo del tiempo, jamás se rompió. Así, en un tiempo desconocido para ambos, sus almas volvieron a despertar.