Álex siempre tomó el tren de regreso a casa después del trabajo, en la misma estación, a la misma hora. Pero esa noche, mientras esperaba bajo la tenue luz amarilla, algo cambió. Un chico llamado Leo, con una chaqueta de cuero y una sonrisa tímida, se sentó a su lado en el banco. Iniciaron una conversación casual, comentando lo largo que se había vuelto el día y lo poco que les gustaba el frío.All Rights Reserved
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