En los suburbios de la Ciudad de México, Santiago, un niño de cuatro años, se despierta a un amanecer deslumbrante que transforma el cielo en un lienzo de colores vibrantes. Mientras observa la tormenta distante desde su ventana, siente una conexión profunda con la naturaleza. A su lado, su hermano Iván, aún en sueños, comparte un momento de risa y asombro. A medida que su madre, Sophia, prepara un desayuno sencillo pero reconfortante, los niños descubren el valor del amor y la resiliencia familiar en medio de la adversidad. Juntos, enfrentan las dificultades del invierno con esperanza y unidad, encontrando belleza en lo simple y mágico, simbolizada por un doble arcoíris que surge tras la tormenta, recordándoles que, a pesar de los desafíos, siempre hay motivos para sonreír.