Bajo el cielo roto.

Una chica emocionalmente inestable, un chico que daría todo por hacerla feliz. Ella busca experiencias pasajeras, momentos efímeros que la distraigan de su soledad. Él, por otro lado, está obsesionado con el amor antiguo, ese que se siente en las letras de las canciones que escucha en la penumbra.

Ella es una chica peculiar; ama la música en inglés, esa que resuena en su alma como un eco lejano. Su piel es fría al tacto, un reflejo de las tormentas internas que navega. Es callada, pero sus pensamientos son un torbellino. Consume drogas como un escape de su pasado; la sustancia se convierte en su refugio momentáneo, una felicidad fugaz que le brinda una falsa sensación de libertad. Es dependiente de ella, buscando en cada dosis un alivio que nunca llega.

Él es un hombre trabajador, dedicado a su familia y a sus sueños. Anda en motocicleta, disfrutando del viento en su rostro y del silencio que lo rodea; es tranquilo, pero lleva dentro una pasión ardiente por lo que realmente importa.

Se enamoran de la manera más extraña: él la conoció mientras ella tenía un ataque de pánico en medio de la calle. En ese instante caótico, sus miradas se cruzaron y el mundo se detuvo. La vulnerabilidad de ella lo cautivó; el deseo de protegerla despertó en él una fuerza desconocida.