En una noche de luna azul en la que el cielo estaba iluminado con estrellas brillantes y claras, de repente se cubrieron por una ligera niebla oscura, a la vez que apareció en Hogwarts una presencia que no se veía desde hace mucho, una sombra que hacía sonido al caminar por los oscuros pasillos hasta llegar al despacho de Dumbledore, sonaron tres golpes en la puerta y Albus que estaba de pie mirando las estrellas desde su despacho y de espaldas dijo:
-Adelante.
La puerta se abrió y allí estaba esa presencia, cubierta por una capa negra con detalles verde esmeralda brillante de pies a cabeza, solo dejaba ver su nariz y su boca porque llevaba la capucha puesta y sus botas negras de tacón, al verla, Albus dijo:
-Hacía mucho tiempo que no te veía, te estaba esperando, cierra la puerta y siéntate, hablemos.
La puerta se cerró y... se quedaron ambos en el despacho.
Hago un inciso para deciros, mis queridos lectores, que no debéis juzgar un libro por su portada, porque las sombras no siempre son malas, por muy oscuras que puedan parecer. Porque si picas las paredes de una oscura y tenebrosa cueva puede que encuentres diamantes y rubíes brillantes, por muy oscura que la cueva sea. ¿Te atreves a descubrir la historia de un rubí en bruto escondido entre las sombras de la cueva del destino?