En el último enfrentamiento de Uhtred y sus guerreros, una victoria decisiva deja a Kirsa, una joven danesa, como prisionera. Osferth, quien había combatido contra ella y, pese a sus órdenes, no pudo darle muerte, la presenta como rehén ante sus compañeros. Conociendo la reticencia de Osferth a terminar el combate, Uhtred le asigna la tarea de vigilar y cuidar a la muchacha. Lo que parecía un simple deber pronto se convierte en una prueba para Osferth, quien empieza a cuestionarse si su debilidad por una prisionera de rostro cautivador será su perdición.