Querido diario, Hoy, 15 de noviembre de 2003, me llevarán otra vez a quimioterapia. A veces siento que ya no puedo más. Mi madre me repite que todo esto es para mi bien, que es una esperanza, una lucha que no debo abandonar. Pero, ¿a quién engañamos? Todos sabemos lo que al final sucederá. Es como si estuviera caminando en círculos, en un laberinto donde cada salida me devuelve al mismo lugar. Quizá, aunque no lo diga en voz alta, ella también lo sabe, pero se aferra a la esperanza, como si su amor pudiera, de algún modo, protegerme de lo inevitable. Tal vez esa fe es lo único que la mantiene fuerte, que nos mantiene aquí. Pero yo siento cómo cada día pierdo un poquito más, y lo peor es que el cansancio ya no solo está en mi cuerpo, sino también en mi alma.