Quién lo hubiera imaginado: seis personas, aparentemente comunes, fueron las que transformaron tu vida en una montaña rusa de emociones que te dejó sin aliento. Seis almas que, sin saberlo, marcaron el antes y el después, haciendo que todo lo que sucedió cambiara algo dentro de ti, de tal manera que nunca más serías la misma. Ahí estaban, con sus risas que se convirtieron en refugio en medio de la tormenta, con sus lágrimas, que caían suavemente sobre tu corazón, con sus virtudes, que se deslizaban como un rayo de luz en la oscuridad, y con sus defectos, esos que te mostraron que la fragilidad humana también tiene su belleza. Te dieron lo que nunca supiste que necesitabas: su caos, sus heridas, sus maneras de sanar. Cada uno con su propio desorden, cada uno con su propio proceso de recomponerse, pero juntos, sin esperarlo, crearon un espacio donde la tormenta que rugía en tu interior se volvía más soportable, más manejable, incluso un poco más silenciosa.