Fantasmas

Hyein vive en el presente con una sonrisa en la cara y saludando a todo el mundo con amabilidad.

Acaricia el contacto de otras personas consigo, porque aprecia que la aprecien y que se acerquen a ella cada vez que alguien necesita resolver algo, o cuando ella necesita hacerlo.

Ríe y es feliz, cantando, bailando y haciendo bromas a pesar de su introversión.

Cuando llega a casa y deja escapar el primer suspiro al apoyarse contra la puerta cerrada, su estómago se encoge y las lágrimas caen, mientras todo vuelve a repetirse.

Dentro de casa el futuro la atormenta y el pasado le pesa.

Aunque ha sabido aprovechar todo el potencial que dijeron que tenía, nada se siente bien desde que sus fantasmas se han convertido en nada más que eso.
Tomar las oportunidades que otros no tuvieron se convirtió en su paraíso y en su infierno al mismo tiempo.

Hay cuatro nombres que jamás salen de su cabeza, cuatro caras que le recuerdan como se ve la miseria y cuatro voces que hacen reproches siempre, por no quedarse, por romper las promesas que hizo y los corazones que estaban dedicados a ella.

Hyein tiene que encontrar una salida de esto y, no es hasta que en una cena importante se reencuentra frente a frente con las personas con las que compartió ilusiones, que puede encontrar el final de sus problemas, o el hundimiento total.