Él le había enseñado lo que era el amor.
Ella por fin podía entender que sentido tenía este y como se sentía ser amada y correspondida. Él era su necesidad, era su todo, la había embrujado, la había atrapado, la había hechizado.
Su mirada era adictiva, era una jodida droga y se perdían mutuamente al verse a los ojos. Eran el espejo del otro sin darse cuenta de ello hasta ahora.
Para muchos, ellos dos eran similares, inexpresivos, serios, incluso fríos y calculadores. Pero en la comodidad de su casa, eran el amor más dulce y puro que jamás podrían haber imaginado.
Dicen que en la vida nada es eterno, que todo tiene su final... pero ¿¡esto será totalmente cierto!?
Hay personas y amores que se vuelven eternos en nuestros corazones, así como también lo hacen ciertos episodios de nuestras vidas que nos persiguen de por vida
Para Altagracia lamentablemente hay dos sentimientos que parecen ser eternos, el dolor y el amor que creyó nunca volver a sentir... aunque el dolor sea muchas veces lo que más siente.....