4 parts Ongoing «Cada noche, la oscuridad envolvía mi habitación como un manto oscuro, apenas iluminado por la tenue luz de la luna que se colaba a través de la ventana. Cada vez que cerraba los ojos, un frío sudor comenzaba a recorrer mi espalda, advirtiendo el tormento que se acercaba.
Las sombras danzaban, y sabía que pronto vendría. Todo comenzaba con un susurro que reverberaba en mi mente, como si algo me llamara desde la oscuridad. Entonces, de manera terrorífica, aparecían: unos ojos rojos, ardientes como brasas, que me observaban desde la penumbra. Eran dos orbes brillantes, llenos de una malevolencia indescriptible que me hacían sentir pequeña y vulnerable, como una presa acorralada a punto de ser devorada.
Intentaba huir, pero mis pies parecían anclados al suelo. A medida que la presión aumentaba, la visión se tornaba más vívida y atemorizante. Escamas negras, brillantes y afiladas, emergían de la oscuridad, deslizándose de manera serpenteante dejando una estela de terror a su paso.
La imagen de la criatura se va formando y, mis entrañas se retuercen al escuchar el crujido de sus garras desgarrando el aire con un sonido escalofriante, como si el silencio mismo temiera su presencia. Sentía como el miedo me envolvía, como una serpiente estrangulando a su presa; y las llamas de sus ojos rojos me atravesaban, como si pudieran ver cada rincón de mi alma.
Despertaba de golpe, empapada en sudor, el corazón latiendo con fuerza. Las paredes de mi habitación parecían cerrarse a mí alrededor, asfixiante, y mi mente aún se aferraba a la visión de la criatura, como un eco persistente que no me dejaba en paz. Se había convertido en un ciclo interminable de terror. Pero, en el fondo, algo mucho más turbio me inquietaba aún más, había algo más acechando en la oscuridad, esperando el momento de salir».
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