La noche cayó como un manto oscuro sobre la fría y desolada ciudad de Ekaterimburgo. En el silencio absoluto, la familia imperial de los Romanov, una vez adorada por millones, ya no era más que un recuerdo de la gloria perdida. En el frío y sombrío sótano de la Casa Ipátiev, los ecos de su destino resonaban en las paredes, pero no era el fin que les esperaba a todos.
En medio de la desesperación, en la penumbra de una habitación cerrada, una figura se alzaba, solitaria y determinada. Anastasia, la más joven de las hijas del zar Nicolás II, miraba hacia el horizonte de su vida, donde las sombras no eran su único enemigo. El sonido de los pasos de sus captores resonaba en la casa, pero había algo más en el aire, algo que no se podía tocar ni comprender: una fuerza ancestral, una magia que dormía en lo más profundo del bosque ruso, aguardando el momento preciso para despertar.
Cuando la tragedia, tan anticipada, se desató esa noche, Anastasia no encontró su final en la oscuridad del sótano.
Ryuka fue traicionada por Lancelot, su primer amor desde pequeños quién llevaban 4 años de relación pero se entera que Lancelot y lo ve besándose con una chica, una completa niña
Ella devastada y con el corazón triste corre al bosque en busca de la persona qué siempre la a estado cuidando a escondidas y amandola en secreto, Arthur Pendragon, su mejor amigo y enemigo de su padre, Meliodas Rey de Liones