-Estoy enamorada de ti, Andrew -murmuré, con la voz quebrada por el dolor-. ¿Por qué me hiciste esto a mí? ¿Qué te hice yo? Podrías haberme dicho la verdad desde el principio...
Él suspiró, esquivando mi mirada, como si las palabras se le escaparan entre los dedos. Finalmente, respondió, con un tono cargado de una tristeza que apenas había visto en él.
-Lo sé... tú no me hiciste nada, tu hiciste todo bien, -dijo suavemente-. Fue mi inmadurez, pensé que en el camino podría aprender a sentir lo mismo, pero es mi culpa, no estoy seguro de poder enamorarme ahora o mas adelante, me cuesta.. lo siento, perdón.
Aquellas palabras cayeron como un eco sordo en el vacío de mi pecho, y su disculpa, aunque sincera, no alcanzaba para remendar lo que habíamos perdido, ni reparar la forma en la que mi corazon se habia desgarrado en pedazos.