Lucía siempre creyó que el amor verdadero era un destino único, pero a lo largo de su vida, los chicos que cruza tienen ojos de colores diferentes, cada uno reflejando amores fugaces. Ojos marrones llenos de dulzura, ojos negros llenos de misterio, y unos verdes que la cautivan, pero nunca se abren completamente. Cada mirada la lleva a cuestionarse si lo que busca realmente existe, o si solo es un sueño que se desvanece con el tiempo. Hasta que un día, un par de ojos, esos que parecen reflejar todos sus anhelos, la hacen descubrir que el verdadero amor no se busca, se reconoce.