Edgar y Mandy son totalmente distintos; desde el primer encuentro, sus personalidades parecen chocar en cada palabra. Él, un ser impulsivo y con un carácter sombrío, se ve constantemente arrastrado por su frustración, mientras ella, calculadora y llena de energía, sabe cómo manipular cada situación con una sonrisa. Pero cuando un giro inesperado los obliga a pasar más tiempo juntos, lo que inicialmente comienza como una guerra de egos se transforma poco a poco en una conexión insospechada. Entre discusiones explosivas, roces y momentos de vulnerabilidad compartida, Edgar y Mandy empiezan a descubrir que la línea entre el odio y el amor no es tan clara como pensaban. Quizás, detrás de sus diferencias, se esconde algo más profundo de lo que jamás imaginaron.
Al defender a su familia de un asaltante y morir, Alicia es transmigrada a un mundo del matriarcado, donde las mujeres son el pilar y las que mantienen a la familia, mientras los hombres son los que se quedan en casa.
Lo más sorprendente para Alicia no es el sistema en el que se rige la sociedad, los hombres, que no solo son los que dan a luz, si no, que se dividen en dos.
Los oro, la clase baja que tienen tendencia a dar a luz a otros hombres.
Y los jade, la clase alta que tienen tendencia a dar a luz a mujeres.
No solo eso si no que al ser las mujeres un bajo porcentaje, las familias se conforman por un harem de hombres, los cuales no son vistos más que como máquinas de hacer bebés.
La imagen la saque de internet créditos de la imagen a: "Alya".