pasaron seis años desde la última vez que mutō vió a sanzu, seis años desde la última vez que se envolvió entre sus piernas, en que sus labios se fundieron en un apasionado beso y unieron su cuerpo y alma en uno solo, debía admitirlo, verlo de nuevo luego de todos aquellos años fue una experiencia que no creyó que pasaría. menos cuando celosamente al cuerpo del omega se aferraba un pequeño alfa de cinco años de penetrante mirada azulada y hebras negras como cabellera.