El agua ha estado presente desde el origen de la Tierra, tal vez incluso más, pero ninguno de nosotros estuvo ahí para confirmarlo. El agua es un elemento fundamental en el ciclo de la vida y la vida misma. Sin agua, las plantas no pueden florecer; sin ellas, los animales no encuentran sustento. Un mundo sin agua sería un desierto inavitable, maldito a quedar en el olvido. El agua no solo es un recurso, sino el hilo que entrelaza la existencia, y sin ella estaríamos perdidos.
El fruto del olivo nació gracias al agua, la tierra y al sol, sin embargo, luego de un largo proceso en donde el aceite es separado del zumo, el aceite se vuelve egoísta y es incapaz de unirse de nuevo al zumo, y al agua, pero parece disfrutar del sol y la tierra.
No importa que tanto los revuelvas, las partículas del zumo, agua y el aceite se vuelven tan pequeñas al separarse que aunque parezca que se han juntado, siguen separadas y eventualmente se volverán a separar.
El agua, intentando arreglar el egoísmo del aceite, intentó e intentó hacerla entrar en razón, pero ella simplemente no escuchaba. Un día, el agua finalmente se rindió y destruyó el escudo de moléculas positivas que mantenía inmune al aceite, perdiendo todo lo que la componía y volviendo al zumo.
Sin embargo, el zumo y el aceite siguen perteneciendo a la oliva, y la oliva sigue existiendo gracias al agua.
AU sans x lectora