Mi elegante regla R19

La capital, Ethel, estaba frenética con la noticia de la muerte de su padre.

La increíble transformación de su madrastra, el funeral que había terminado hacía mucho tiempo y ahora, inesperadamente enredada en un accidente con armas de fuego, Arlene se vio envuelta en un torbellino de confusión.

"Si el abrigo del caballero no es de su agrado, ¿le importaría devolverlo?"

En medio de tanto caos, se le brindó calidez. Arlene no pudo evitar captar la amabilidad que sostenían esas manos elegantes.

Si eso era realmente la salvación, ella no lo podía saber.

***

-Arlene.

Aunque lenta, la voz era tranquila, como si la llamara a cada momento.

Giró la cabeza al oír la voz susurrante que fluía entre sus labios. Al final de su mirada, a lo largo de los hombros torpemente encorvados, se dibujó un rostro pálido y cansado.

"Deberías haber corrido más lejos para evitar llamar mi atención".

Aunque debió haber cruzado varios continentes, contrariamente al tono burlón de "¿qué has estado haciendo?", la ubicación actual de Arlene estaba muy lejos del continente, lo que requería incluso un viaje de dos meses en barco.

-Liam....

Incluso frente a un hombre cuyo corazón no derramaría ni una gota de sangre aunque lo perforaran, los labios de Arlene temblaron al final.

"Yo... no iré contigo."

-¿De qué estás hablando, Arlene?

A medida que los párpados del hombre se levantaban lentamente, el frío en su mirada disminuyó y la frialdad en sus ojos hundidos se suavizó.

"Ahora que te he encontrado, tu vida es mía. Esa es la ley de este mundo".

Sus ojos se centraron en Arlene. Una luz clara entró en sus irises azul pálido con una mirada fría y penetrante.