Nunca sabes lo que puede ocurrirte en unas horas, días, semanas, meses o incluso años. Ella siempre vivió en un hueco, uno del que nunca pudo salir.
Nunca supo nada de su madre. Su abuela era como una tumba, un enigma imposible de descifrar, y siempre notó su extraña costumbre de hablar sola.
Un día, mientras barría la habitación de su abuela -quien descansaba en el patio-, Emary notó que una de las tablas del suelo estaba suelta.
-¡Abuela, hay tablas rotas en tu habitación! -gritó, agachándose para inspeccionar más de cerca. Con esfuerzo, levantó la tabla y añadió-: Deberíamos llamar a alguien para repar...
La frase quedó suspendida en el aire cuando vio lo que había debajo. Un libro, antiguo y cubierto de polvo, estaba oculto entre las vigas.