Cuando las estrellas caen

Bokuto Kōtarō siempre decía que Akaashi Keiji era su ancla, la calma que equilibraba su caos. Akaashi nunca lo negaba; sabía que Bokuto lo necesitaba, pero lo que Bokuto no entendía era que Akaashi también lo necesitaba a él. Bokuto era su luz, la única chispa que hacía que su vida, normalmente predecible, tuviera sentido.

La relación entre ambos floreció con los años, pasando de ser compañeros de equipo a algo mucho más profundo. Akaashi nunca se sintió cómodo expresando su amor con grandes gestos, pero Bokuto lo compensaba con su efusividad, llenando el aire con risas, abrazos inesperados y declaraciones en voz alta que hacían que Akaashi se sonrojara hasta las orejas.

Pero incluso los momentos más brillantes tienen sombras.