La lógica fría de Ayanokouji Kiyotaka siempre lo lleva a analizar cada situación desde una perspectiva calculadora y distante. En su mente, no hay lugar para emociones innecesarias o acciones impulsivas; todo debe tener un propósito, una razón. Mientras observa a quienes lo rodean, evalúa cada movimiento, cada palabra, como piezas en un tablero de ajedrez. "La confianza es una herramienta, no un regalo", se repite, consciente de que la verdadera fuerza radica en manipular las circunstancias, no en depender de los demás. Pero, en lo más profundo de su ser, una pequeña chispa de humanidad lucha por ser reconocida, recordándole que, a pesar de su educación y su fachada impenetrable, sigue siendo humano.
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