-Necesito una esposa, y un hijo- dijo con tono frío, rompiendo la conversación que había planeado y dejándome helada con sus palabras -. Quiero proponerte que te cases conmigo y me des un hijo. Seríamos como cualquier otro matrimonio, solamente seríamos claros respecto a que lo que nos une no será amor, sino conveniencia. Es un simple negocio, yo no te forzaré a nada. Si aceptas desapareceré tu deuda, podrás vivir aquí y te duplicaré el sueldo que tienes actualmente. No podrás divorciarte de mí, pero yo podré romper nuestro compromiso cuando considere que es prudente. No estaremos casados para siempre, pero debido a que tendremos un hijo, trataré de hacer nuestra separación algo civilizado.