Tory estaba obsesionada. Su prima Addison tenía todo lo que cualquiera podría desear: belleza, dinero y un novio perfecto, Robby Keene. Pero Tory no podía evitar pensar que Addison no lo merecía. Robby era demasiado para ella: sus músculos, su habilidad en el karate, su sonrisa. Todo en él era fascinante, y Tory pasaba horas viendo sus redes sociales, aprendiendo cada detalle de su vida.
No sentía remordimientos. Addison lo tomaba por sentado, demasiado ocupada con sus propias apariencias como para valorar lo que tenía. Tory, en cambio, entendía a Robby. Sabía que él necesitaba algo más, algo que solo ella podía ofrecerle.
En su mente, ya lo veía sucediendo. No importaba cuánto tiempo tomara o lo que tuviera que hacer, Robby sería suyo. La paciencia era su mejor aliada, y mientras Addison seguía distraída, Tory se preparaba para entrar en acción. Para ella, esto no era una obsesión; era un desafío. Y los desafíos siempre se ganan.
Freddie Reign Tomlinson fue el boom del momento cuando nació. El favorito de todos, el centro del drama, aquel del que hablaban día y noche.
Papá hablaba mucho de él, puede ser que por eso yo pasara desapercibida.
Mi nombre es Darcy Hillary Tomlinson, y soy hija de Louis Tomlinson y Briana Jungwirth, melliza de Freddie.