Donde el quirk de Izuku sólo estaba en una guitarra eléctrica.
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"-- No puedes ser héroe, Rindete."
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"-- ¿¡Puedo verla!?
--Claro que si pequeño-- esbozó una sonrisa gentil, dándole la guitarra al niño.
--Woooaah! Es increíble! Puedo tocar un acordé!? Puedo!?-- La emoción inundaba al infante al sostener una guitarra electrica.
Reía y asintió, aprobando la petición del niño.
--Izuku, apurate, ya tenemos que irnos--
--Si mamá! Solo quiero tocar un poco!
--Solo un poco-- se acercó al guitarrista que acompañaba a su hijo.
La melodía resonó en el lugar como un Eco majestuoso, y un destello dorado envolvió al peliverde menor y la guitarra.
Inko quedó impresionada, y el guitarrista asombrado."
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"El resultado era erróneo de parte del doctor anterior.
Esta prueba confirmaba que, izuku si tenía un quirk.
--Hacia cuanto se hizo el último examen peculiar?
--F-fue cuando tenía cuatro años.. fue mucho tiempo creyendo que no tenía uno-- su voz temblorosa delataba la felicidad del momento
--Es- ¿Es cierto? ¿D-de verdad tengo uno?-- las lágrimas del niño de trece años caían en sus mejillas, pensando que todo era un sueño, de que en realidad, tenía un poder."
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●HEYA, QUIUBOLE KBRONES
Aki, por fin publicando está historia, xd, me había trabado un poco en lo que viene a ser está historia, así que por fin me decidí por una idea, y ojalá espero que les guste :D
El cirujano congénito, Cong Rong, atravesó un portal hacia un continente extraño y salvaje, convirtiéndose en un... esclavo. Además, se encontró inesperadamente vinculado a un sistema de pago de deudas, con una deuda inicial tan alta que asustaba. Si no cumplía con las tareas, tendría que someterse a terapia eléctrica.
Este continente extraño era vasto y escaso en habitantes, con jabalíes más grandes que los elefantes africanos y gallos salvajes que eran tan peligrosos que podían matar a una persona. No había baños, ni campos de cultivo, las ropas eran de pieles de animales, y las casas eran cavernas. Los habitantes eran primitivos, rudos, no les gustaba bañarse, y todos estaban interesados en su trasero.
Cong Rong: ...¡No se acerquen!