El Despertar I

Después de toda una vida dedicada a buscar el conocimiento, una pregunta me carcomía: ¿cómo surgió nuestro mundo?

Los skaldars perecieron hace miles de años, y con ellos, la vida se extinguió.

Su mundo era muy diferente al nuestro. Construyeron ciudades increíbles, torres que desafiaban las estrellas, humanos de cuerpos metálicos.

Pero vino una época oscura, y las sociedades se convirtieron en tumbas. Sin ellas, la tierra empezó a cambiar. Sus ciudades languidecieron, y en su lugar, surgió una vida nueva.

Con el tiempo, los eldarins llegaron a estas tierras, y con ellos se erigieron cinco gigantescas murallas, encargadas de proteger a la humanidad hasta el fin de los días.

Más tarde, aparecieron los verdalyns, impíos que le dieron la espalda a su dios. Pero su maldad fue su perdición, y como resultado, fueron expulsados al exterior de los muros.

Ifrit, Magnus, Dios; no son más que palabras inventadas por un hábil autor. Lo único real es que fuimos los primeros. Los primeros en cazar, los primeros en alzar los arcos, los primeros en blandir las espadas.

Porque este mundo nunca fue nuestro. Siempre lo compartimos.

Un equilibrio peligroso entre el hombre y los necrófagos.

Una rivalidad eterna entre verdalyns y eldarins.

Un contraste filosófico entre lo blanco y lo negro, el acero y la pólvora, entre la vida y la muerte.

Estoy harto de escuchar historias. Mi religión no acepta a un dios más allá del que contemplo con mis propios ojos.