Rhydian Brennan está a punto de romper las cadenas de una maldición heredada, una daga invisible que se hunde más profundo en su alma con cada respiro. Durante años, ha perfeccionado la máscara del magnate imperturbable, el salvador del mundo empresarial, mientras su interior se desmorona en silencio. Pero la miel puede ser tan pegajosa como peligrosa, y cuando se cruza con Honey Eriksson, es como si hubiera caído en una trampa mortal. ¿Amor a primera vista? ¿O un odio visceral que lo consume? Desde su primer encuentro, ella es todo lo que detesta: inmadura, insolente, insoportable. Sin embargo, su corazón late en un ritmo discordante, y su mirada, traicionera, la convierte en su obsesión. Cada palabra no es más que un susurro de rendición a una mujer que ya es dueña de sus pensamientos y deseos.
Honey Eriksson, la emperatriz de su propio imperio, no necesita ni busca gobernantes. Es una fuerza imparable, con un desprecio absoluto por las trivialidades del amor romántico, menos aún por el cliché del amor a primera vista. Pero cuando decide ayudar a una amiga en un escándalo académico, se encuentra cara a cara con su peor pesadilla: Rhydian Brennan, el tirano de su mundo. Lo odia, o al menos eso cree. Él es una interrupción constante en su vida, una chispa que incendia su paz. Pero a medida que las llamas se avivan, su cuerpo traiciona sus palabras. ¿Qué es, Honey? ¿El miedo a caer en un abismo de pasión incontrolable? ¿O el temor a que ese abismo sea precisamente lo que siempre ha deseado?
Ambos luchan contra la atracción que arde entre ellos, negando el fuego que amenaza con consumirlos por completo. Pero, ¿cuánto tiempo podrán resistir antes de rendirse a la tormenta de deseo y pasión que se cierne sobre ellos? ¿Se atreverán a abrazar el incendio que los une o seguirán negándose lo inevitable?
Bienvenidos al caos de los versos, donde las palabras fluyen, los ojos desean y el tacto es ardiente.