Angie, una chica tímida, aferrada con cerrar sus sentimientos, callada y... sin ningún sueño ni metas trazadas para el futuro de su vida. Con el pasar de sus años se ha vuelto muy madura por experiencias. Solo dos cosas le apasionan, la música y el arte del maquillaje. Su lugar seguro es su habitación, no le gusta convivir con personas desconocidas, le asusta lo nuevo, lo que no conoce porque lo incognoscible es difícil de descifrar. Su único miedo... es el mañana, su futuro, el crecer y el final.
Mara, una chica que toda su vida ha estado rodeada de personas que la amaban pero aún así se sentía sola. Extrovertida, siempre cumple lo que se propone, con una fascinante inteligencia, curiosa por lo desconocido, apasionada por el arte y por querer salvar vidas. Pero tiene un defecto, o mejor dicho un miedo... El ser remplazada. Ha sentido que la han usado y que la han cambiado solo por cometer el mínimo error.
Para la mente humana el destino existe de alguna forma, unos piensan que es por casualidad, otros creen que están destinados o destinadas. Pero la verdad es que el destino lo creamos nosotros. Un gran ejemplo es la inesperada amistad de Angie y Mara que surgió por el "Destino o la casualidad". Y como toda historia real no todo es felicidad, existe algo que se interpone que llega hasta a doler: La distancia.
Si tan solo las cosas hubieran sido de otra manera.
Ocultar cosas nunca sale bien y Avery está pagando las consecuencias. A un alto precio.
Lo que más temía ha acabado ocurriendo.
Jordan no quiere saber nada de ella, y su padre se siente engañado.
Sola y sin el cariño de Jordan, Avery tendrá que aprender a hacerse cargo de sus actos y pagar por su cobarde silencio.
¿Conseguirá después de todo recuperar su vida de antes?