¿Qué harías si despertaras dentro de tu propia historia, destinada a morir desde el principio?
Astrid Valdris no tuvo tiempo de pensar. Una bala en su ojo, una muerte instantánea, y de repente estaba ahí, en su propio manuscrito incompleto, atrapada en una celda junto a Alaric Everthorne, el arrogante protagonista con una maldición incontrolable.
"¿Eres estúpida o solo estás fingiendo?" gruñó Alaric, su mirada fría con esos ojos verdes atravesándola. Astrid Valdris ahora en el cuerpo de Evelyn Shadowsbane lo ignoró. Necesitaba sobrevivir. Necesitaba escapar. Pero, ¿cómo explicar que sabía exactamente lo que sucedería, excepto por las partes que no había escrito?
Con cada paso, el mundo le demostraba que era más peligroso de lo que imaginó: conspiraciones olvidadas, secretos que nunca plasmó en su historia y una bestia que Alaric apenas podía contener.
"Tócame otra vez, Alaric, y prometo que la bestia será lo de menos," le espetó Evelyn, tratando de ocultar su miedo.
Cada decisión la acercaba más al clímax, pero también al peligro de reescribir un destino incierto. Y ahora, de pie frente a un dilema que ni siquiera ella había previsto, Evelyn se preguntó: ¿podría cambiar el final sin perderlo todo, incluso a Alaric?