𝓛𝓪 𝓪𝓷𝓸𝓶𝓪𝓵𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓐𝓬𝓵𝓪𝓷𝓭

En las opulentas salas de Hawthorne Manor, la vida transcurría según el estricto ritmo de la alta sociedad victoriana. Lady Beatrice Hawthorne, matriarca de la familia, supervisaba cada detalle, velando por el prestigio y la fortuna de sus hijas. Victoria, la hija mayor, radiante en su embarazo, era el ejemplo perfecto de la mujer victoriana: bella, elegante y casada con un hombre de riqueza y posición. Eleanor, la segunda hija, se preparaba para su debut en sociedad, con la mirada puesta en un matrimonio ventajoso. Clara, la menor, era una joven impulsiva y llena de vida, que observaba a sus hermanas con una mezcla de admiración y curiosidad. En medio de este torbellino de expectativas sociales, se encontraba Sarah Angelina, la hija mediana, una anomalía en el perfecto cuadro familiar