"Siempre he querido vivir rápido para acabar tan pronto". La mente de Milán es un precipicio que se traga a sí mismo velozmente. Las tragedias se sienten como errores y la infame necesidad de arreglarlos lo lleva a hundirse cada vez más profundo, atrapándose en un mundo sin salida. El derrumbe de su núcleo familiar, el recuerdo punzante de un momento sangriento en locura, su inestabilidad ansiosa y depresiva, todo se siente tan pesado. La imposible tarea de salir al mundo real y hablar, existir, se siente tan difícil. Sus decisiones, cada paso que da, se siente tan equivocado. El mundo del crimen, las sombras de la sociedad, lo reclaman apenas, después de un ataque de alucinaciones, comete un crimen irremediable en una mañana bañada en polvo. El arrepentimiento, el miedo y la desesperación le son compañías terroríficas, destruyéndolo, sin piedad, lentamente. Y es que, ¿qué sentirían las únicas personas que lo aman en este mundo si se enterasen de su realidad incomprensible, apresurada y angustiada? La vida deja de ser sencilla cuando, de repente, continuar se vuelve un reto. La Villa de la Desesperación, la novela que Milán escribe en misterio, se ha vuelto su propio cronometro: cuando plasme aquel punto final, su vida se desvanecerá deprisa. Por lo menos, eso planea, ahogándose en decrepitud. La Villa de la Desesperación narra cómo se siente vivir una existencia solitaria estando arrepentido. "Vivo para reparar mis errores. Cada día vuelvo a caer. Me siento imposible de controlar".All Rights Reserved
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