Sin decir adiós nos transporta a un amor inesperado, nacido de una mirada, de un primer encuentro que deja huella. La protagonista había creído que lo que vivía con Adel era amor, aunque poco a poco esa relación se estaba apagando, marcada por el desgaste y la incertidumbre. Tenía miedo de soltarlo, de no encontrar nunca algo mejor, de que aquello fuera todo lo que podía esperar del amor. Pero entonces, conoce a alguien que lo cambia todo. En sus ojos, descubre una conexión que nunca había experimentado antes, algo que la envuelve sin previo aviso. Esa chispa, esa pasión arrolladora, la hace cuestionarse todo lo que pensaba sobre el amor. A medida que la atracción crece, se ve arrastrada por una corriente de emociones que la lleva a enfrentarse a un nuevo amor, sin despedidas, sin explicaciones, solo con la certeza de que lo que siente es real, y no puede ignorarlo.