Dos almas desgarradas, dos seres rotos, uno más enfermo que el otro. Como piezas de un rompecabezas oscuro, sus mentes trastornadas se entrelazan en una danza de desesperación y deseo. Uno se pierde en la quietud de la locura, su mente un laberinto de pensamientos oscuros y perturbadores. El otro, más allá de la razón, encuentra consuelo en el dolor, y su hambre es un anhelo insaciable, tanto por la carne como por el alma de quien tiene frente a él.
¿Podrán complementarse en su locura, o se desintegrarán en una espiral más profunda de autodestrucción? La pregunta se disuelve en la oscuridad de sus corazones rotos. Él lo observa, fascinado por su fragilidad, pero al mismo tiempo, la necesidad de devorar lo consume. El, atrapado en un abismo de amor y desesperación, se acerca a él, deseando ser consumido, sabiendo que solo en ese acto podrán encontrar algo que se asemeje a la paz.
El roce de sus cuerpos es una mezcla de hambre y desesperación, el sabor de la carne y la piel un abrazo mortal. Entre ellos, el amor no es un lazo suave, sino una necesidad visceral, una compulsión incontrolable que los arrastra cada vez más cerca del precipicio. ¿Es el amor o solo una necesidad insana, una ansia qe no distingue entre lo que se quiere y lo que se destruye?
Ambos son carne y alma, rotos y completos, uno más que otro, y juntos, su locura podría ser la condena final o la redención en una pasión que devora todo a su paso.
~×
"Fui esclavo de tu carne, amo de tu mente. Tu corazón, mi festín más dulce, lo devoré sin piedad. Creí que te amaba, pero solo eras un peón en mi juego macabro. Te enamoré con mentiras, te enredé en mis redes, y cuando ya no podías escapar, te devoré por completo."
COMPLETA
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NOVELA ROMÁNTICA DE HOMBRES LOBO.
-Eres mía -explica con voz aún suave.
Quiero abofetearlo por decirme eso de nuevo.
-¡No, no lo soy! -estallo soltando su rostro, poniéndome ambas manos en las caderas y encarándolo.
Esta es la conversación más absurda de la historia. Él parece admirar mi cambio de comportamiento y estudiarme con la mirada. Esa sonrisa engreída vuelve a sus labios, y por primera vez, la deja algo de tiempo en ellos. No puedo evitar mirar sus dientes. Son blancos. Muy blancos. Y la curva que forman su boca, mitad sardónica y mitad atractiva.
-Aún no te has dado cuenta -me sonríe.
Y su respuesta corporal me distrae. Lo veo levantarse y pasarse una mano por su oscuro y brillante cabello. Luego me mira de arriba abajo con alevosía, haciendo que quiera retroceder un paso.
-Date un baño y baja a comer algo. Te estaré esperando. Voy a dejarte hacer ambas cosas sola y si necesitas ayuda llamaré a una sirviente, pero como trates de huir, te las verás conmigo y esta vez no seré amable.
Hay peligro en la forma en la que acaricia las últimas palabras, y hay algo salvaje y místico en su rostro cuando sale de la estancia y cierra la puerta tras de si. No sé cómo se las ha apañado, pero ha calmado mi llanto y mi miedo a pesar de que no logro creerme del todo su explicación.
Me quedo mirando el fuego de la chimenea y repaso mis opciones. Han atacado el castillo. Han matado a mi padre o al menos lo han hecho desaparecer. Quiero agarrarme a la posibilidad de que aún esté con vida y de volver a verlo, pero sigo centrándome en lo que ha ocurrido. Me han secuestrado. Me han traído a una torre alta y me han encerrado. Y por si eso fuese poco, estoy a merced del hombre más apuesto que he visto en toda mi vida, pero también el más pel