Cuando el Ángel Dorado cayó, su luz se dispersó en mil fragmentos, y hoy, en cada sombra de ambición desmedida y en cada susurro de orgullo desbocado, resuena el eco de su caída.
Cuando los anhelos son negados y los caminos cerrados, ese pequeño latido se sumerge en agonía, la sangre hierve, y esa alma en la que antes hubo luz, se termina hundiendo en la mas dolorosa y escabrosa penumbra.