El deseo no es algo que se puede definir fácilmente, porque es algo que no pide permiso. No se manifiesta en palabras, ni en pensamientos ordenados, sino en un sudor frío recorriendo la piel, en la tensión insostenible que se acumula en el estómago, en un hambre voraz que devora desde dentro. El deseo es la necesidad de tocar, de explorar, de reclamar lo que parece inalcanzable. Es el impulso de ceder a una pasión que consume, que arde, que te envuelve por completo. Es una fuerza primitiva, sin control, que te empuja a hacer lo que sabes que no deberías hacer.
Para Hyunjin, este deseo llegó sin previo aviso, una ola inesperada que lo arrastró a aguas turbulentas. En un Omega rebelde y...
Prohibido.
Gi-Hun busca acabar con los Juegos, pero no sabe que In-Ho, el hombre tras la máscara, arriesga todo para protegerlo. Entre la tensión de los retos y las miradas, ambos se acercan peligrosamente, atrapados entre el deseo, los secretos y un sentimiento que podría destruirlos.