En la cúspide de la élite coreana, donde las alianzas no se forjan en corazones sino en contratos, Park Jimin había aceptado su papel. Como el omega menor de los influyentes Park, el matrimonio con Min Yoongi no solo prometía un futuro brillante, sino también unificar dos dinastías que cambiarían el panorama empresarial del país. Pero bajo las luces doradas de la fiesta de compromiso, en medio de las sonrisas calculadas y los brindis vacíos, el destino le mostró su lado más cruel. Una traición, o lo que parecía serlo, destrozó el delicado castillo de cristal que era su vida. Jimin huyó, herido y humillado, buscando refugio en el anonimato de Seúl, lejos del peso de su apellido y del hombre que creía amar.
Para Yoongi, lo sucedido no fue más que un malentendido, un juego sucio tejido por las manos de Taemin. Pero el daño ya estaba hecho, y el amor de su vida había desaparecido. Ahora, desesperado por encontrarlo y explicar la verdad, enfrenta una carrera contrarreloj, temiendo no solo perder a Jimin, sino también enfrentar la ira de los Park si descubren lo ocurrido.
Mientras tanto, en otro rincón de esa complicada red de destino, Jeon JungKook, el hijo menor y menospreciado de los Jeon, lucha con sus propios fantasmas. Marcado por el abandono en el altar, había cerrado su corazón al amor y a las creencias de las almas destinadas que tanto valoraban los suyos. Pero todo cambió en una carretera solitaria, cuando el aullido de su lobo interior lo hizo mirar al horizonte. Ahí, a lo lejos, vio a un omega rubio escapar en un taxi, dejando tras de sí a un alfa que lo perseguía. En ese momento, supo que el destino le tenía reservada una nueva batalla, una que lo llevaría a cuestionar todo lo que creía.