En cada amanecer hay sombras que no desaparecen. En cada rincón de la mente, un eco que nunca se calla. Este es un recorrido por los pensamientos más íntimos de alguien que enfrenta el peso de su propia existencia, en medio de recuerdos que sangran, relaciones que se desmoronan y una búsqueda interminable de paz.
Este libro no tiene héroes, no tiene finales felices ni fórmulas mágicas para escapar del dolor. Es un espejo que refleja la vulnerabilidad humana, una confesión cruda de noches sin dormir, vacíos que no se llenan y las cicatrices invisibles que llevamos por dentro.
Es la voz de quien grita en silencio, el relato de quien escribe cartas al vacío porque sabe que, a veces, las palabras son lo único que queda. Este es un testimonio de la lucha interna entre la esperanza y el agotamiento, entre seguir adelante y dejarse caer.
En sus páginas, encontrarás la verdad de lo que significa estar roto y, al mismo tiempo, intentar seguir siendo. Porque los días no siempre se van; algunos se quedan para siempre, recordándote quién eres y quién fuiste.