︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎﹙ ︎︎Tú te quemas para 𝗯𝗿𝗶𝗹𝗹𝗮𝗿,
︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎pero yo... yo me estoy
︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎quemando sólo para
︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎𝘀𝗼𝗯𝗿𝗲𝘃𝗶𝘃𝗶𝗿. ﹚
Éloïse Fiammette,
un fuego contenido en un
mundo que no sabe arder,
camina con cicatrices que no
son solo de batallas,
sino de palabras no dichas,
de miradas que le pesan,
de un peso que él jamás entenderá.
Sus pasos resuenan en un
mundo que insiste en medirla
por el tamaño de sus llamas,
no por su voluntad de arder.
Pero su furia es fría, su sonrisa
afilada, y en sus ojos, dorados
como el sol al morir, hay algo que
incluso el fuego de una explosión teme:
la certeza de que arderá más
alto que cualquiera.
No es que no tuviera valor,
es que no quedaba espacio para ella.
Y mientras los hombres se alzaban en gloria,
ella se derrumbaba bajo el peso de la exigencia,
temerosa de que algún día,
la perfección la destruyera.
︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎﹙ Si tienes algo que probar,
︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎𝗵𝗮𝘇𝗹𝗼 𝗽𝗼𝗿 𝘁𝗶, no por unos
︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎imbéciles que 𝗻𝗼 𝘀𝗮𝗯𝗲𝗻
︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎︎ ︎ ︎ ︎ ︎